Cada vez que aparece el tema de la galvanización o del galvanizado electrolítico en Sevilla no podemos dejar de recordar la curiosa historia de la pata de rana de Luigi Galvani. Aunque parezca un chiste, la anécdota es real y sirvió para iniciar los estudios sobre el galvanizado, al demostrarse que cada metal tenía su carga eléctrica diferente y, por tanto, la pata del batracio reaccionaba de manera diferente, según qué metal se usara para provocar la reacción.
Desde que el hombre descubrió los metales y se aprovechó de sus cualidades, se encontró en la tesitura de protegerlos de la corrosión, ya que, sobre todo, en lugares húmedos (en particular, en ambientes marinos), la corrosión provocaba, muy rápidamente, el deterioro de estructuras, armas o construcciones. Pronto se vio que el problema se producía por el contacto del metal con el aire, por lo que la solución evidente era aislar el metal del aire. De todas maneras, no todos los metales reaccionan igual a la acción del oxígeno, por lo que la primera medida será elegir el idóneo para cada trabajo. En marina, se utilizan, generalmente, el acero inoxidable (en su calidad 316 o superior) y latón, pero, dado que ambos materiales tienen un precio alto, son poco adecuados para ciertos proyectos y se impone la utilización de metales más económicos, como el aluminio y el acero, siempre que este último esté protegido por un galvanizado electrolítico en Sevilla, a fin de protegerlo de las reacciones que conllevan el rápido deterioro por corrosión.
Para cualquier tipo de protección galvánica, electrolítica o por electrocincado, puedes contar con Industria Sevillana del Zinc, S.C., con la seguridad de que tus estructuras, herrajes y accesorios metálicos quedarán protegidos y a salvo de la corrosión, ya sea para uso en el campo, ambiente marino o cualquier otra circunstancia.